La primera compañera de piso de Yagua (mi primer perro adoptado en Paraguay) fue Tita, una gata adulta que encontramos abandonada.
Compartían cama y aunque ella le provocaba, Yagua nunca llegó a hacerle nada.
Si se hace una buena sociabilización, la convivencia puede llegar a ser estupenda.
Si tienes un perro y planeas traer un gato, tienes que estar seguro de que te obedece en el “sentado” y en el “quedarse”.
Pon al gato en un trasportín en tu cuarto con comida, agua y juegos en altura para que el perro no tenga acceso y en el suelo el recipiente con la arena. Y de ahí se empieza a hacer la sociabilización siempre vigilando que el perro no se sobrepase.
Una vez que el gato se ha relajado, se podrá poner un obstáculo en la puerta para el perro y que el gato simplemente saltará lo que le dará más libertad para andar por la casa.
Poco a poco se irán haciendo el uno al otro. Eso sí la comida y recipiente de arena tendrán que ser inaccesibles para el perro 🙂