La jaula debe de convertirse en la propia guarida personal del animal, donde pueda encontrar su tranquilidad y seguridad.
A Oli, el primer gato que rescaté cuando tenía 8 años nos lo llevamos de vacaciones. Una vez en el hotel mi padre me dijo que como íbamos a salir a cenar que era mejor dejar a Oli en el trasportín. A mí me dio mucha pena y le pedí que lo dejásemos suelto. Cuando volvimos se había metido dentro y estaba durmiendo placenteramente.
Lo mismo me pasó con mis perros. Les entrené para que se acostumbrasen a la jaula que íbamos a usar en el viaje de Paraguay a Madrid. Una vez que les adiestré se iban por su propia iniciativa a refugiarse a la jaula. Ahí nadie les molesta y pueden descansar tranquilamente.
Una vez que me di cuenta de los beneficios he usado la jaula para muchas ocasiones. Si son varios perros se les da de comer a cada uno dentro de su jaula y así no se molestan. Cuando invito gente a cenar, les doy unos huesos y se meten dentro de la jaula a comérselos. Es muy cómodo en caso de que haya invitados a los que no les gustan los perros. Encontraréis muchas ocasiones para encontrarle una utilidad.
En la próxima entrada os explicaré cómo entrenarles para que adoren su jaula.
Hasta pronto!